La pesadilla del vampiro continúa

Los libros de Stephenie Meyer ("Crepúsculo", "Luna nueva", "Eclipse"...) son uno de los grandes éxitos -de ventas- de la literatura para adolescentes. Hace unos meses la fiebre vampírica llegó al extremo cuando se estrenó la película "Crepúsculo".La verdad es que escribir una saga sobre vampiros y no-muertos enamoradizos tiene su mérito... algo así como hacer calceta con un par de bates de beisball. De todas formas, no me atrevo a catalogar estas obras como buena literatura. Las aventuras de los vampiros-Meyer son bastante previsibles: mucho sufrimiento y mucha incomprensión derivados de los amores o desamores de los protagonistas. Al final, si lo miras con calma, lo que hay es mucho sentimentalismo barato y superficial y poco de "amor verdadero" (sí, el mismo de "La princesa prometida").
El caso es que a la señorita Meyer le crecen los enanos... y nada menos que entre los descendientes del propio Bram Stoker, autor de "Drácula", es decir el padre de la criatura y el mito vampíricos... Drace Stoker, que así se llama el oportunista, digo, perdón, el sucesor de Bram, que ha escrito la segunda parte de "Drácula", cuyo título es "Drácula, el no-muerto"... todo un alarde de ingenio (esto no es el subtítulo del libro pero podría serlo).
En fín, que a mí la cosa me huele más a muerto que a no-muerto. La novela de Bram Stoker, el genuino, es impresionante, aunque todo hay que decirlo bastante rara, sobre todo por el curioso Van Helsing cazavampiros y algún que otro apunte morboso. La continuación que ahora se publica no la he leido, así que estaremos a la espera de la crítica por si merece la pena, pero...
La pesadilla del vampiro continúa... aunque no lo aguantemos más... por eso es una pesadilla. También lo fue para el propio Bram Stoker que murió entre continuas visiones de vampiros y algún que otro litro de alcohol en las venas.